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Colaboración en Revista de Letras


Es difícil oponerse al amo bueno, la violencia que ejerce ya no es violenta, al contrario, es una violencia pacífica, la fuerza tranquila, el método del diálogo, el consenso hueco, la conversación como horizonte último de la época.

Que nadie se espere de El amo bueno de Damián Tabarovsky (Buenos Aires, 1967) una novela al uso, es decir, una novela como un espejo a lo largo del camino. Aquí hay espejo pero está dentro del discurso. O también: un espejo refractado y enseguida reconstruido de varias cosas: el pensamiento, la memoria, el lenguaje, varios fantasmas de la historia. El amo bueno es la narración de un discurso reflexivo (en el sentido de reflexión pero también de reflejo). Esto es: un devenir más bien ensayístico de ciertos pensamientos que van hilándose como se hilan los devaneos: por vasos comunicantes, por recurrencias, por contraposición.

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